jueves, 18 de julio de 2013

UNIDAD I: "LA EDUCACIÓN EN TIEMPOS DE INCERTIDUMBRE" - Violeta Nuñez

La escuela se ha definido en la modernidad como el lugar social de la infancia. Hoy hemos de retomar esta consideración, pero señalando que la institución escolar ha de articularse en red. Red quiere decir no el traspaso de responsabilidades, sino la articulación de diversos niveles de responsabilidad para llevar adelante tareas diferentes pero en una cierta relación de reenvío.
Otras instituciones, servicios y programas educativos sociales; sanitarios; psicoterapéuticos, pueden abordar las nuevas demandas emergentes, en el entendimiento de que estas cuestiones son multidimensionales y requieren, por tanto, lo que postulamos como modelo de trabajo en red.
No se trata de labores sustitutivas de la escuela, ni de la familia, sino suplementarias. Hay que pararse a escuchar las nuevas cuestiones que atañen la lucha por la igualdad de oportunidades. Proponemos pensar nuevos recursos de articulación social, como nuevas modalidades en las
que sostener la responsabilidad que nos atañe, ante las nuevas generaciones y la fragilizarían de lo social. El punto de arranque de esta nueva responsabilidad pública se encuentra en la consideración de las modalidades emergentes en la socialización de las infancias y de las adolescencias y en las nuevas modalidades de construcción de la socializad de cada sujeto3
, ya que no es posible hoy que las regulaciones vengan exclusivamente de las instituciones
Tradicionales (familia, escuela...). Tampoco podemos esperar que los mass-media posibiliten, por sí mismos, aprender a leer los textos y el mundo.
El reto  está, en medio de la banalización, en sostener una verdadera apuesta de culturalización para las nuevas generaciones: definir a la escuela como espacio tal que posibilite albergar a las infancias y a las adolescencias, para dar a cada sujeto la posibilidad de un encuentro con los otros, con el Otro.
La escuela como espacio y como oportunidad de cultura. Como casa de cultura, que coordina e impulsa la participación, que se abre a lugares diversos y, a su vez, aloja lugares diversos.
Ante lo segregativo de la consideración de “una” infancia, frente a la cual aparecen los niños adjetivados  desescolarizados, absentistas, infractores, desinteresados, problemáticos, violentos, inmigrantes..., proponemos alojar lo múltiple entretejido en lugares múltiples, intereses
múltiples, patrimonios múltiples. Puede que este momento histórico, en el que dominan las lógicas de redes, sea propicio para dar cabida a lo múltiple, homologado en las búsquedas culturales.

El mundo ha cambiado. También el mundo de los niños. La noción misma de sistema que se emplea: un único orden posible para encauzar a “la” infancia, se transforma en el principal obstáculo epistemológico para pensar nuevas maneras de sostener la responsabilidad pública ante las nuevas generaciones. Se trata de realizar un esfuerzo de invención para un siglo nuevo.

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